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¿Apoco sí?

Por Santiago Miranda

Mi nombre es Anna Frank soy una niña de 13 años que está escondida en la azotea de la fábrica de mi papá resistiendo a la barbarie nazi, yo soy el poderoso senador Lucio Cornelio Dolabela y estoy a punto de enfrentarme contra el fiscal más joven y tonto que jamás haya pisado Roma, es un tal Julio César y piensa puede vencer a mis abogados, mi verdadero nombre es Carlitos tengo 15 años y vivo en la CDMX en los años 50, estoy enamorado de la mamá de mi mejor amigo y no sé qué hacer, yo soy el que no sabe qué hacer, me llamo Víctor y estoy a punto de viajar a Londres para prepararme, estudiar la vida y su origen, tengo que dejar en alto el apellido Frankenstein, soy el señor lobo y soy víctima de una historia mal contada, desde que Caperucita roja, la abuela y los leñadores llegaron a este bosque, han asesinado a toda mi familia, dicen que somos peligrosos, pero necesitamos comer, mi nombre es Wendy y presiento que algo malo sucederá si acepto ir a una isla lejos de aquí donde según un tal Peter pan, los niños no crecen, si de islas lejanas hablamos yo soy el rey de todas, mi nombre es Jack Sparrow y soy un pirata un tanto inusual.

Mi nombre de verdad es Santiago Miranda Rodríguez, tengo 17 años y vivo en Veracruz, durante mucho tiempo no encontré una actividad más aburrida en este planeta que leer y eso hizo que poco a poco me fuera alejando de los libros, lo único interesante de ellos era su portada, son un conjunto de letras abrumadoras que pensamos que jamás terminaremos y hasta duele la cabeza nada más ver Don quijote o Los Miserables. 

El acto de leer es posiblemente la principal y única barrera para poder leer, es chistoso porque parece como si los libros estuvieran diseñados con el propósito de aburrir o que no los leyéramos. Y no es hasta que dejas de verlos como una berrera para que sean un escalón, cuando tu vida cambia.

Así que por muchos años lo intenté, me propuse no leer nada más que lo que la vida me pusiera enfrente, el teléfono, alguna revista en el consultorio del Doctor, en la oficina de mi papá o los libros de texto de la escuela, pero solo cuando el tedio me aplastaba.

Pero la vida puso algo delante de mí que me cambió, Star Wars y de puro churro.

Pero, ¿por qué fue casi un milagro que me topara con esta saga?, porque me atrapo como mosca a la miel, me encantaron los sables láser, blasters, jedis y los malos de esta saga, pero había algo en particular que me engancho, es que era una historia muy completa, tenía guerra, acción, negociación y política, religión, historias de éxito, héroes, villanos y mi parte menos favorita pero no menos importante romance.

Lo impactante de todo esto, era que absolutamente todo lo que pasaba en las películas, tenía una explicación y un trasfondo, nada ocurría por casualidad.

Entonces me empecé a interesar por saber más y encontrarle el porqué a todo, ¿por qué ellos son buenos y estos otros malos?, ¿por qué hay distintos colores?, ¿por qué arrojar toda tu vida por la borda, simplemente por amor?, y comencé a investigar, era muy fácil, había videos de YouTube para todo y todo estaba peladito y en la boca.

Los videos eran solo un medio, por el cual podía saciar mi necesidad de saber más del porqué de las tramas, pero cuando entendí que en esta vida, en el mundo en el que vivimos, nada pasa por casualidad, comencé a cuestionarme tantas cosas que mi mente literalmente explotó y fue ahí donde dejé de ver al libro como un obstáculo y lo comencé a utilizar como un escalón.

Resultó que todos esos cuestionamientos que me planteaba, tenían respuestas precisas y no, no están en los libros, están en el entendimiento y la autocomprensión como humanos.

Y es en este punto dónde la literatura sale al quite y toca la puerta de nuestros corazones, presentándose como las respuestas a todas nuestras dudas, ¿por qué?, porque resulta ser que los libros son el resultado de todo el tiempo que nosotros llevamos en la tierra, todas las ideas, conceptos, pensamientos, planes y razonamientos que tiene cada libro son, únicos e irrepetibles pero más importante aún, 100 por ciento humanos. No por nada decía Carlos Fuentes que nuestras visiones eran tan distintas, pero nuestra esencia tan única, que el último lector de Don quijote, siempre es el primer lector de Don Quijote.

Ningún algoritmo, video, canción o nada que se te ocurra te va a entender mejor que un libro, un poema o una obra de teatro, en el momento en el que dejas de luchar y ser tú vs. el libro y te conviertes en tú con el libro sumándote a 2000 años de historia, encuentras tantas respuestas a tantas preguntas que ni sabías que tenías, que hace que tu perspectiva cambie totalmente.

Porque en ese momento los libros dejan de ser palabras amontonadas en unas hojas de papel y se transforman en tu mejor almohada para llorar, en el mejor compañero para explorar, la mejor amiga para salir, tu mejor héroe para apoyar, en la mejor fuente de sabiduría, el peor villano para odiar, el lugar más fantástico para sorprenderte pero sobre todo, el mejor espejo para verte reflejado.

“Somos lo que hemos leído o de lo contrario, seremos la ausencia que los libros han dejado en nuestras vidas”

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literatura

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