Saltar al contenido

A mi manera…

Por Santiago Miranda

And now the end is here

And so I face that final curtain

My friend I’ll make it clear

I’ll state my case, of which I’m certain

I’ve lived a life that’s full

I traveled each and every highway

And more, much more

I did it, I did it my way

—My Way
Canción de Frank Sinatra


Es muy bien conocido, y no exagero cuando digo que por todos, que todo lo que empieza tiene un final, la revolución mexicana comenzó casi 100 años después que nuestra independencia, y finalizó lacónicamente, el movimiento estudiantil del 68 brotó de una ilusión de libertad y seguridad, finalizando en represión y sofocamiento, nuestro propio planeta, de una casualidad se formó y seguramente por otra se destruirá, y así como un episodio de una serie comienza y termina en un mismo ciclo, la historia como siempre, nos demuestra que no hay mal que dure 100 años, ni bien que sea eterno. 

Pero efectivamente, como una serie de televisión o en la actualidad de Netflix, existen momentos icónicos de todas las historias, que enmarcan un momento coyuntural y altamente trascendental de tal magnitud, que no debemos permitir que la neblina del olvido nos cieguen.

Es preciso que estos momentos de prioritaria importancia, sean enmarcados con agilidad y una agudeza digna de los mejores historiadores, puesto que en muchas de las ocasiones, estos eventos resultan ser tan distintivos y estrafalarios que merecen nuestro auténtico reconocimiento.

Y me permito mencionar que éste es el caso de uno de los eventos históricos más importantes del mundo europeo y personalmente de mis favoritos, la caída de la gran Constantinopla.

Al más puro estilo europeo fue esta descarnada lucha entre dos enemigos irreconciliables, los árabes y los europeos, los occidentales contra los orientales, pero más importante aún, cristianos contra musulmanes.

En ésta batalla no solo se jugaba el orgullo de un pueblo, ni del maltrecho y desorganizado ejército del cuerpo restante del imperio romano de oriente contra el bien dotado de recursos y elementos, imperio otomano, sino que en un mítico choque entre dos culturas completamente distintas, enemistadas hasta ¨ literalmente el alma, defendiéndose cada una de una conquista del alma, cuando de religión hablamos.

Una batalla que no pudo acabar de otra forma más que a su manera…

La capital del cristianismo al otro lado del globo, la perla más preciosa del legado de San Pedro, la hermosa ciudad de Constantinopla, se ve amenazada por los árabes y el sultán Mehmet, completamente decidido a tomar Constantinopla a cualquier precio, se lanza sobre la sitiada ciudad, encabezada por Constantino y supuestamente protegido por el catolicismo, que en los últimos momentos de control católico sobre esta ciudad, mueren esperando su apoyo.

Santa Sofía, la joya de la corona cristiana, la bella catedral de Constantinopla, se ve tomada por los musulmanes, convertida en mezquita y con ella, convertida en un símbolo del poderío del sultán y el nuevo reino emergente.

La historia da muchas vueltas y el futuro nunca está asegurado, y por eso mismo, esta ciudad autoproclamada invencible tiene un inicio hermoso y fascinante y un final, simplemente, como decía Frank Sinatra, a su manera…

Categorías

historia

Etiquetas

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.