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La púrpura, como nunca te la habían contado

Por Santiago Miranda

Definitivamente, es la historia de Roma y la sede del gran Imperio que esta gran urbe albergó, una de las más, cautivantes, interesantes e importantes, por no decir trascendentales que la historia de la humanidad haya tenido la fortuna de apreciar.

Es un periodo histórico lleno de intrigas, lleno de batallas, de violencia, de traiciones, conspiraciones, asesinatos, planes maestros, y todo tipo de artimañas necesarias, alejadas por su puesto, de cualquier sentimiento de lo ético, para hacerse del completo control de este vasto imperio.

Desde Mesopotamia y lo más profundo del oriente, pasando por Europa Central, la propia Italia, las Galias, bajando por Hispania hasta África, retornando y avanzando por el Danubio hasta las costas de la Britania, no hay líder de cualquier espacio ni provincia alguna en este imperio, que no haga todo lo que está en sus capacidades y es humanamente posible, para tener todo el poder. Incluso si eso representa su propia muerte o la de su familia, las luchas se intensifican, las deslealtades aumentan, la confianza y la lealtad se convierten en el bien más preciado por todo el mundo, pero sobre todo, por aquellos que aspiran al poder absoluto.

Es un momento en esta civilización, tal vez podríamos analizar esto en un plano un tanto más contemporáneo, a manera de espejo, en la que ni todo el oro del mundo, ni todas las provincias continentales, ni las más bellas mujeres, ni los más exquisitos platillos, ni los más deliciosos manjares pueden satisfacer las ambiciones tan grandes, infladas e inabarcables que falta muy poco, por no decir casi nada, para que revienten los pechos de la mayoría de las personas.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia y se me podrá llamar loco, pero este periodo de la historia del majestuoso y gran Imperio Romano, próximo a su colapso, donde las ambiciones personales son inabarcables y superan la realidad, para mí es un reflejo de lo que nos podría suceder si no se detiene la destrucción del mundo al contaminarlo y deforestarlo, para intentar, en vano, saciar la inabarcable ambición de unos cuantos.

Así como este y otros detalles de actualidad y debate público, es lo que el escritor Santiago Posteguillo quiere que reflexionemos al momento de acercarnos a su fantástica obra, pero mejor, alejémonos de mi interpretación personal y leamos al autor:

“Si sabemos mirar a la historia podríamos aprender para no repetir errores y es un ardid como los de Plauto. A él le gustaba criticar a la clase política y, para que no lo metieran en la cárcel, posicionaba sus obras 200 años antes en Grecia. Muchas veces estoy diciendo lo que pienso del mundo actual a través de personajes de hace 2.000 años”

Y efectivamente, dicho y hecho, logra transmitir de una manera muy singular, sus ideas, las relaciona con la historia y nos envuelve en una especie de cápsula del tiempo en la que sobrepasa la barrera del lector que de un momento a otro nos transforma en un muy privilegiado espectador de la historia, permitiéndonos convivir con el vivo de retrato de la púrpura imperial y la mítica figura del emperador. 

Yo julia, resulta ser más que un libro, una auténtica experiencia inmersiva, desde la propia Roma y sus juegos de política, hasta el muy lejano oriente mesopotámico y sus descarnadas batallas, relatadas todas magistralmente, con un muy riguroso contexto histórico y una profunda investigación detrás, Posteguillo trae hasta nuestras manos, con su característica pericia que ya muy acostumbrados nos tiene, la mejor historia de una mujer que, pese a tener a todo el Imperio en su contra, se levanta contra la adversidad en este duro juego de estrategia Romana, relatándonoslo de una forma, que solo él sabe hacer.

Categorías

historia, literatura

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