¿Se puede ser adicto a una persona?
Por Santiago Miranda
El otro día, estaba reflexionando sobre uno de los temas más interesantes del ser humano, el amor, actualmente, puedo decir que estoy enamorado y muy posiblemente, tú también lo has estado en algún punto de tu vida, puesto que es de lo más normal.
Así que mientras pensaba en eso, me llegó una duda que inmediatamente descarte porque la consideré tonta, pero después de un rato de rondar por mi cabeza, la retomé y le devolví el status de “objeto de investigación”, la pregunta fue: ¿Se puede ser adicto a una persona? Esto condujo a otra interrogante, ¿Cómo se puede ser adicto? ¿Tiene cura? ¿Cómo? Entre en un bucle sin fin, por lo que decidí avocarme a responderla.

En la consciencia popular, se conocen cuáles son las causas, los efectos de las adicciones y su funcionamiento, sin embargo, de primera instancia, al compararlos es posible encontrar muchas similitudes con fenómenos como el apego emocional o la sociotropía.
El pobre estudio e interés que hay de esto en la comunidad científica, ha conducido a que muchas de las personas que pueden padecer alguno de estos trastornos, sean diagnosticados con depresión severa o algún otro trastorno de la personalidad; si bien, no erróneamente, los trastornos diagnosticados son solo consecuencias y a los que continuamente son menospreciados por considerarse “temas de poca importancia o amores pasajeros”.

Abrazando la propuesta del Psicólogo Jorge Castelló Blasco y su teoría, encontré una guía para allanar el laberíntico camino de las dudas y acercarme a la respuesta.
Desde los inicios de la humanidad, el amor y su comprensión es un tema que se ha encontrado en la mente de los más destacados pensadores, filósofos y artistas; pero ante la incapacidad de definirla con precisión, se hablan de sus características, siendo la dependencia emocional, una de las negativas (Platón la describió como un amor nocivo caracterizado por un amor posesivo).
La palabra dependencia, proviene, asimismo, de un origen de sometimiento sistemático (lo cual nos puede dar una idea del carácter de este trastorno), y es que “dependencia” era un término jurídico medieval utilizado para señalar la relación entre un vasallo y su señor feudal.
Más adelante, el psicólogo Sangrador (1998) dotaría a la dependencia emocional de una nueva definición: “Una necesidad patológica del otro y se explicaría por la inmadurez afectiva del individuo añadida a su satisfacción egocéntrica”.
Encontramos un enlace muy íntimo con la definición de adicción, al utilizar los conceptos “necesidad patológica”

Teniendo esto perfectamente claro, nos acerca un poco y aclara el camino, pero ¿es la palabra “adicción” adecuada? ¿Podríamos llamarles a los que sufren este trastorno “adictos al amor”?
Todos comprendemos a las adicciones, es un tema muy investigado y ha sido objeto en múltiples ocasiones de grandes estudios, sin embargo; encuentra su relación con la dependencia emocional en esta definición proporcionada por el psicólogo Sangrador: “Las adicciones son un trastorno mental crónico y recidivante, es decir, que alternan periodos de consumo más descontrolado con períodos de abstinencia en los que se abandona el consumo. Generan cambios en los circuitos del cerebro que provocan que la persona consuma de forma compulsiva a pesar de las consecuencias negativas físicas, psicológicas y sociales.”
Ambas comparten similitudes y características que dan pie a la teoría que se puede ser adicto, si bien no a una persona, a lo que esa convivencia puede ocasionar en una persona, generando cambios en el circuito del cerebro, lo que, en esencia, es una adicción.
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Existen relaciones muy precisas entre la dependencia emocional y las adicciones, a primera vista, sin embargo, es necesario comparar a la dependencia con los criterios de diagnóstico de las adicciones ofrecidas por el DSM-IV-TR para identificar si empatan, los criterios son:
1.- Tolerancia
2.- Abstinencia
3.-La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que inicialmente se pretendía.
4.-Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia.
5.-Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia
6.-Reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia.
7.-Se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia.

Si bien la dependencia emocional, comparte varios criterios diagnósticos con las adicciones, lo que puede llegar a confundir, lo que hace principalmente diferente a la adicción de la de dependencia, es que no se puede dejar de ser un dependiente emocional, una vez superado el proceso de abstinencia, lo que en este caso sería la ruptura amorosa.
Por lo tanto, no se puede ser adicto al amor; sin embargo, existen muchas similitudes entre ambas patologías que, lamentablemente, nunca terminaremos de entender a este paso en el que vamos, donde no se priorizan investigaciones serias sobre las relaciones humanas y su impacto emocional.
Tal vez sea el momento de desprendernos, aunque sea un poco de una perspectiva puramente lucrativa y mercantilista de la psicología física y biológica, para reexplrorar los comienzos de la misma, unida a una visión filosófica del estudio de la psique humana.
Bibliografía
Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5TM. [Versión PDF]. Recuperado de http://www.integratek.es/wp-content/uploads/2014/05/DSM5ESP.pdf
Alalú-De-Los-Ríos, D. (2018). Dependencia emocional según la teoría de Jorge Castelló: un estudio de caso. https://doi.org/10.26439/ulima.tesis/1881
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