EL vendedor del silencio: no está mal que roben, ¡pero que cuando menos salpiquen!
Por: Santiago Miranda
“No pedía mucho, carajo, solo que lo dejaran prostituirse a su modo”
Estrella principal de excélsior, poseedor de las primeras planas, instructor de la generación más podrida del servilismo al régimen de parte del periodismo mexicano, maestro del engaño y la mentira, doctorado en la tergiversación de la prosa, padre del famosísimo “chayote” y escudado en su status de intocable, Carlos Denegri definitivamente marcó un antes y un después tanto en la historia nacional, como en la del periodismo internacional.

Con una red de contactos internacionales envidiable y una cercanía al poder tan embriagante, esta celebridad del periodismo fue la envidia de todos sus contemporáneos. Colocándolos en un contexto histórico fascinante, transportándonos a un retrato viviente del periodismo y al ambiente en el que convivía Denegri en esos lejanos años cincuenta y sesenta, el libro El vendedor de silencio, por Enrique Serna cumple magistralmente su propósito.

Hijo de dudosa paternidad la vida de Denegri se vio envuelta en polémicas desde el primer día de nacido y su primera infancia, su personalidad desde entonces se consolidó como una cerrada e introspectiva, pero con una gran capacidad de esconderla y proyectar un don de gentes envidiable.
Vocero no oficial de la presidencia, Denegri tuvo que formar su carácter a la mala, entrando en conflicto con su propia moral y los límites de lo aceptable, ¿hasta dónde es aceptable mentir en una nota? ¿Qué tan malo puede ser?

Denegri era un periodista prestigioso a nivel internacional, siempre que se lo proponía, sus trabajos eran impecables, sin embargo, sabía demasiado, cosa que a las altas esferas del poder mexicano incomodaba, por lo que lo mejor para las dos partes fue, en vez de entrar en conflicto, llegar a un arreglo muy conveniente.

Por una parte, el líder de opinión por excelencia de la clase media trabajadora en México aplaudiría las decisiones gubernamentales, mientras el gobierno, y especialmente el primer mandatario, lo tendrían en un pedestal, ofreciéndole una inmunidad y poder de Tzar y por supuesto una buena cantidad de efectivo.
Aprovechando su columna en Excélsior y sus programas de televisión, Denegri cobraba una millonada por una mención, en palabras de su acérrimo enemigo Julio Scherer “aparecer en su miscelánea política, era una clara puesta en el mapa para cualquier político aspirante y era la más codiciada de todas”

Efectivamente, cobraba, y bien por sus alabanzas al poder, pero cobraba más por lo que callaba, escándalos de corrupción, desfalcos millonarios en dólares al gobierno, infidelidades de poderosos, muertitos en el closet entre otros secretos que guardaba en un archivero, el cual, clasificaba por orden de confidencialidad y valor.
Carlos Denegrí será recordado en la historia nacional como uno de los primeros proxenetas del periodismo y su manejo de la información y las malas mañas, desgraciadamente han traspasado la brecha generacional y continúan hasta nuestros días.
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El vendedor de Silencio es una excelente novela si te interesa conocer el contexto histórico mexicano de aquellas épocas y es una de las pocas obras que registran la vida de este intrigante periodista que sin duda nos da mucho hilo de donde jalar y amplía nuestra perspectiva del sistema político y a su vez, ofrece muchas explicaciones a la actualidad y situaciones contemporáneas.
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