CUANDO EE. UU. SALVÓ A VENEZUELA DE UNA INVASIÓN… BUENO, CASI
Por el mochuelo historiador errante
La situación crítica en la que se encuentran nuestros hermanos venezolanos no es ajena a Latinoamérica, ni de las opiniones que surjan de la coyuntura actual, ya sea que unos se decanten por el gobierno en turno u otros en contra de éste (intervención extranjera).
Todo nuestra apoyo a nuestros hermanos venezolanos.
Desde los inicios de los estado-nación de Latinoamérica las potencias europeas han querido meter su cuchara en nuestra región, sin embargo, no han sido las únicas, también EE.UU. ha deseado tener influencia, éste último ha tenido más éxito que sus primos europeos, pero vayamos por partes y de manera histórica.
No daré cátedra de historia sobre América Latina ya que esto se volvería demasiado engorroso, sin embargo, si diré que como todos saben, desde que se descubrió el continente (hasta la actualidad) varios países europeos tenían o deseaban una parte del pastel llamado América (España, Inglaterra, Portugal, Francia, entre otros). Para esas épocas, la reciente nación Estados Unidos de América (EE.UU.) se había independizado en 1776 (con la firma de su acta de Independencia) de Inglaterra y vio la necesidad –nada falta de oportunismo– de dejar fuera de América a toda potencia del viejo continente. En efecto, sus intenciones se vieron hechas realidad el 2 diciembre de 1823 cuando el presidente norteamericano James Monroe daba su mensaje anual al Congreso de los Estados Unidos y declaraba “América para los americanos” (Mejor conocida como Doctrina Monroe), no en un tono geográfico delimitado por las fronteras del país del Norte, sino ampliando la frase para todo el continente y siendo ellos, los norteamericanos, los “sheriffs” que buscarían extirpa toda intervención europea del continente aún a costa de la soberanía de los países latinoamericanos.

La doctrina Monroe se aplicó en variados momentos de la historia y geografía del continente, mientras que en otros se abandonó por los conflictos internos de EE.UU., sin embargo, nos interesa contar sobre lo ocurrido en Venezuela hace más de un siglo.
Corrían los últimos años del siglo XIX e inicios del XX y Venezuela, como gran parte de Latinoamérica, sufría de cruentas batallas internas entre los grupos de poder que deseaban instaurar sus visiones de nación, de entre esos grupos surgió uno que se proclamó presidente, su nombre, Cipriano Castro. La guerra civil y los cambios de poder provocaron que Venezuela se endeudara de tal manera que le era imposible pagar en tiempo y forma a sus acreedores, de los cuales destacaban: Italia, Reino Unido y Alemania. Las potencias europeas solo necesitaban un pretexto –como ha pasado en infinidad de vez en la historia de la humanidad– para cobrarse por la vía de la guerra, la invasión y/o el saqueo las deudas no saldadas, y en este caso se agregó las supuestas afrentas cometidas contra sus connacionales en territorio venezolano.

Italia, Reino Unido y Alemania estuvieron en constantes juicios para que se les pagasen montos difíciles de sufragar para una nación que había atravesado por una guerra civil. La verdadera razón, era que buscaban tener una zona de influencia sobre América y así competir con EE.UU. en un contexto imperialista. El 26 de febrero de 1902, frente a la Asamblea Constituyente, Cipriano Castro declaraba que la situación económica de Venezuela no era la propicia para poder pagar las deudas imputadas. El 8 de diciembre Alemania y Reino Unido dieron un ultimátum, la respuesta, no se pueden pagar las deudas. Fue así que el 9 de diciembre de 1902 la flota británica y alemana, atacaron, desembarcaron y tomaron el puerto de La Guaira (Ubicado al norte del país). No hubo resistencia.

Italia, Reino Unido y Alemania. (grabado)
Mientras tanto, EE.UU. tenía poco de haber probado la Doctrina Monroe, esto tras derrotar a España en la Guerra hispano-estadounidense en el año de 1898 y así expulsar al país ibérico de Cuba y Puerto Rico. La intervención de Reino Unido y Alemania con miras a establecer bases militares en territorio venezolano, provocaron disgusto en EE.UU., era su continente, no de los europeos.

Las refriegas contra las fortificaciones y poblados venezolanos no cesaron, fueron varias las zonas afectadas y los desembarques, que por simplicidad del texto no vamos a hondar en ellos (pero vayan y busquen información, como buenos mochuelos que aman el conocimiento). EE.UU., presionó con buques, aunque sin llegar a abrir fuego. Para 1903 Cipriano Castro buscó ayuda en EE.UU. y se hizo representar por el embajador Bowen, es decir, las negociaciones para el fin del bloqueo sobre Venezuela recaían sobre un diplomático norteamericano y más paternalista fue el asunto cuando esas negociaciones se dieron en Washington entre el embajador y los diplomáticos de los países agresores y no en territorio venezolano.

Las negociaciones dieron frutos, el diálogo y no los cincuenta barcos de guerra que tenía EE.UU cerca de los navíos europeos dispuestos a abrir fuego si se violaba la Doctrina Monroe (sarcasmo), fue lo que calmó las aguas en ese momento. En efecto, para el 13 de febrero de 1903, se firmaron los protocolos de Washington donde Venezuela se comprometía a pagar las deudas contraídas, pero reducidas de su monto original. El bloqueo se levantó y Venezuela había sido salvada por EE.UU., bueno, casi.

Una de las consecuencias del bloque de 1902-1903 sobre Venezuela fue el llamado Corolario Roosevelt (por el presidente norteamericano Theodore Roosevelt) que no era otra cosa que un agregado a la Doctrina Monroe. Se estipulaba, en el Corolario Roosevelt, que EE.UU. estaba “obligado” a intervenir en los asuntos de cualquier país de Latinoamérica si se encontraba en peligro los derechos o propiedades de empresas o ciudadanos estadounidenses. ¿Les resulta conocido? A más de cien años de distancia ¿algo ha cambiado?…
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