La mujer que sabía leer: un cúmulo de pulsiones sexuales en un ambiente bucólico
Por Abril Peña
El género romántico siempre está asociado a un público femenino y sin embargo, una gran mayoría de estas películas están dirigidas por hombres. ¿No es curioso cómo el concepto que se tiene del amor en realidad está impuesto por ellos? Escribe Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo acerca de la mujer enamorada:
Pero lo que sucede a menudo es que la mujer no logra transformar en un dios a ninguno de los hombres a quienes conoce. El amor tiene menos lugar en la existencia femenina de lo que a menudo se ha pretendido. […] Casi todas las mujeres han soñado con un “gran amor”: han conocido su ersatz, se han acercado a él; bajo figuras inacabadas, burlonas, imperfectas, mentirosas, ese amor las ha visitado, pero muy pocas le han dedicado su existencia.
– El segundo sexo de Simone de Beauvoir
Le semeur (2017), título original de la cinta, es la ópera prima de la directora Marine Francen. Ganó el premio Nuevos Directores en el Festival de San Sebastián en 2017. La historia se desarrolla en 1851 en el que, a causa de su ideología política y debido a la dura represión de Napoleón III, se llevan presos a todos los hombres de un pequeño pueblo francés, donde quedan únicamente las mujeres. Entonces, ellas asumen todas las tareas que antes les correspondían a los varones, como sembrar, cosechar o el pastoreo.
Pasan un largo período de tiempo bajo su propio cuidado y con el transcurrir de los meses, las más jóvenes empiezan a sentirse desanimadas, desesperadas por la soledad aniquilante. Así que, sin rastro de que los hombres vayan a regresar, realizan un pacto en el que acuerdan que si un día aparece uno, lo compartirán. Después de un tiempo llega al pueblo un joven: Jean (Alban Lenoir). De entre todas las chicas de la aldea, la que se hace cargo de él es Violette (Pauline Burlet) con quien en un inicio congenia, ya que es la única del pueblo que sabe leer. Lo que dará pie a que después comiencen una relación.

El filme está basado en una historia autobiográfica escrita en 1919 por Violette Ailhaud llamada L’Homme semence, en la que relata esta situación que vivió en su juventud.
La escena donde Violette va a leerle un libro de Víctor Hugo a Jean es estremecedora. Llena de primeros planos y planos a detalle que producen un acercamiento total del espectador para lograr transmitir emoción e intimidad. Muestra la cantidad conveniente de piel para que ligado con la sincronía de los sonidos hagan que la sangre hierva justo lo necesario.
El vestuario campirano del siglo XIX, a cargo de Pascaline Chavanne, es hermoso. Chavanne ganó en 2014 el premio César al Mejor Diseño de Vestuario por la película Renoir (2012) y ha sido nominada en numerosas ocasiones por su excelente trabajo. Las jóvenes usan faldas largas ajustadas a la cintura que acentúan sutilmente sus cuerpos esbeltos. Los corpiños son ceñidos al pecho, no tanto como en otras películas de época como Pride & Prejudice (2005), debido a que las mujeres se hacen cargo de las tareas físicas de la aldea, pero lo suficiente para darles una bonita figura. Así como las bandanas en el pelo que recuerdan a una Blair Waldorf si ésta se hubiera animado a vivir en el campo.
Hay una escena muy bella donde Violette nada en un pequeño lago rodeada de enormes rocas blancas y sedosas. Después de mirar el video del youtuber Antonio García Villarán donde analiza el último trabajo audiovisual de la cantante española Amaia, es difícil no ver reflejadas referencias a pinturas románticas, tenebristas y paisajes bucólicos de los que habla.

Las cintas románticas casi siempre tienen una estructura invariable: chico conoce a chica, se enamoran, pasan algunas dificultades y después terminan felices para siempre. Este modelo de cómo se da un vínculo entre dos personas ha permeado consciente o inconscientemente las esperanzas que se tienen de las relaciones románticas y esto tal vez le ha acarreado a más de una alguna desilusión respecto al amor. No obstante, cada año salen más y más títulos correspondientes al género. Su composición simple, predecible y divertida, las hacen acogedoras para el alma, aunque estas mismas sean la causa de varios descalabros.
Pero, ¿en realidad a las mujeres no nos interesan otras temáticas en el cine o más bien la industria no nos habla debido a su configuración androcéntrica? Los ideales que tanto se ven representados en los libros o en la gran pantalla han sido pensados muy poco desde la mirada femenina y cuando una mujer toca el tema romántico lo hace desde otra perspectiva. Lo dice Greta Gerwig en el tráiler de su última película a estrenar en diciembre de este año, en la nueva versión del libro de Louisa May Alcott, Little Women, donde el personaje de Jo expresa muy exaltada: “Las mujeres tienen mentes, tienen almas, así como corazones. Tienen ambición y talento, así como belleza. Estoy tan cansada de que la gente diga que el amor es para lo único que una mujer está hecha. Estoy harta de eso.”
Sufrir para tener un final feliz y quedarse con el chico no son futuros que las directoras actuales representen en sus películas. La forma en que la seducción y el erotismo son tratados en este filme reflejan mucho acerca de quién cuenta la historia. Llevamos décadas de pensar el amor, el sexo y las relaciones desde la visión de los hombres. Es momento de redescubrir y redefinir estos conceptos desde la óptica femenina.
En La Isla de Minerva le damos 5 plumas mochueliles de 5.

Categorías