폭력 Kim Ki Duk: Reflexiones sobre la violencia

Por Val Espinosa

El cine de Kim Ki Duk está construido mediante una constante lucha entre un lenguaje visual poético y las pulsiones violentas que lo amenazan. Es una crítica social encaminada a la manifestación de lo propiamente humano, expresado por medio de actos e imágenes en lugar de una abundancia de palabras.

El director Kim Ki Duk es hoy en día uno de los representantes más importantes del cine de Corea del Sur. Director de alrededor de una veintena de películas, ha sido desde el principio favorecido por la crítica internacional, aunque no tanto por la coreana, y sus filmes suelen causar impacto y controversia. Su cine se caracteriza por poseer una poética visual excéntrica movida entre otras cosas, por instancias de violencia.

Antes que nada, se deben tomar en cuenta dos cosas simultáneamente para intentar entender los filmes de Kim Ki Duk y evitar caer en interpretaciones forzadas. Por un lado, su pertenencia a la cultura coreana, que vincula su cine con una primordial sensibilidad oriental que es ajena a occidente, pero que a la vez no tiene un explícito carácter oriental. Por el otro, su corta pero importante vinculación académica con el mundo occidental y su interés por presentar problemáticas hasta cierto punto universales.

La crítica a Kim ha sido muchas veces dura, especialmente en su país de origen, debido a las fuertes imágenes de naturaleza bizarra, cruda, sexual y violenta. Pero su concepción de violencia se distancia del sensacionalismo del entretenimiento y a la vez de la violencia con sensibilidad meramente artística.  

En primer lugar la violencia, ya sea una reacción inherente a la naturaleza o producto de un proceso histórico, se define en medida de códigos morales que transgreden la ética. Ahora, el problema en los filmes de Kim, es que sus personajes transgreden la moral de la sociedad, pero parecen no tener ellos mismos un código moral y, adicionalmente, nunca explican la motivación que permita comprender sus actos. Sin ese espacio moral, la violencia en Kim Ki Duk se convierte entonces en un acto no transgresor, sino catalizador de las relaciones entre los personajes dentro del filme, bien si por supuesto se transgrede la moral de la audiencia y se borran los códigos éticos. En La Isla (2000), los asesinatos accidentales no conllevan ningún tipo de repercusión legal o consciente y, por otro lado, los actos de violencia suscitados por los dos personajes principales permiten que su relación se desenvuelva en una especie de entendimiento tanto personal como mutuo que, no es explicado y que no necesita serlo.

Ile seom 2000 real : Ki-duk Kim Jung Suh COLLECTION CHRISTOPHEL

                                         La Isla (2000), vía sentieriselvaggi, SensaCine y pinterest

Otra aproximación a la violencia es el comprenderla con relación a la realidad social. Las crudas acciones en los filmes de Kim Ki Duk son manifestaciones de la violencia imperante en la sociedad contemporánea, no sólo de Corea, sino del resto del mundo. El mejor ejemplo de esto es la aclamada cinta Pietà (2012), en donde un hombre que se encuentra en un medio violento se encuentra con una mujer que proclama ser su madre y que le ayudará a sacarlo de ese estilo de vida mientras su relación se ve amenazada por la violencia que lo sigue. El personaje de Kang Do es víctima y a la vez perpetrador de la violencia que permea a una sociedad corrompida por el dinero. En una entrevista, Kim menciona:

 El título ‘Pieta’ no puede representar todo sobre este filme, el cual es una advertencia contra el peligro del dinero y la falta de confianza o la violencia entre la gente. En particular, me gustaría remarcar que la violencia emerge cuando la confianza desaparece. En mi opinión, la violencia, en pequeña escala, es terror entre individuos, y en gran escala, Guerra entre países.

PIETA, from left: JO Min-soo, LEE Jung-Jin, 2012, ©Drafthouse Films

                                            Pietá (2012), vía cineplex y Collider

En esa misma entrevista y en conferencias de prensa, Kim remarca su preocupación por la representación en sus historias, de la realidad con la cual está inconforme, no sólo de los personajes, sino de la sociedad. El cine de Kim Ki Duk está construido mediante una constante lucha entre un lenguaje visual poético y las pulsiones violentas que lo amenazan. Es una crítica social encaminada a la manifestación de lo propiamente humano, expresado por medio de actos e imágenes en lugar de una abundancia de palabras. El director ha dicho que usa la violencia como un modo de expresar su mensaje.

Lo comentado durante la conferencia de prensa del festival de Venecia para Pietà puede ejemplificar ambos aspectos del carácter fílmico de Kim, tanto el aspecto íntimo de la violencia, como su modalidad objetiva, social y simbólica. La película critica al capitalismo extremo y sus consecuencias en las dinámicas intrapersonales y la trasfiguración de las relaciones humanas en un sentido negativo; a la vez, «la Piedad es un abrazo de humanidad, un abrazo por el dolor y sufrimiento inherentes en la raza humana que lleva a una comprensión y compartición del dolor.»

Acerca de la autora:

Historiadora del arte con gustos eclécticos y personalidad dispersa. De provincia, pero achilangada después de seis años. Me interesa principalmente lo medieval, las culturas nórdicas y las asiáticas, pero también los estudios y las teorías contemporáneas de arte. Evidentemente no sé aún en qué especializarme académicamente. Soy geek entusiasta de demasiadas cosas como para elegir un pasatiempo. Dos palabras: indecisa y leeeenta. Cursi de clóset. Fan de los temas abstractos como el tiempo y la memoria. Me encantan las ciudades grandes y los pueblos chicos, pero no al revés. Me gusta la curiosidad y el intercambio de conocimiento, porque no hay nada de lo que no se pueda aprender y seguir aprendiendo. Hago té de manera extraoficial.