¡Eres un neandertal!…bueno, al menos un 2% de mi es probable que lo sea
Por Abraham Juárez
Me ha tocado escuchar esa frase una que otra vez, en alguna ocasión directo a mi persona, aunque también la conocida: “eres un cavernícola”, en especial cuando nos comportamos de una manera que pareciera “animal”, dando una connotación despectiva y hasta ajena del ser humano –¡ay el antropocentrismo!–, aunque nada más alejado de la realidad, es más, dicen las malas lenguas que tenemos un porcentaje de esta especie extinta en nuestros genes, –puros chismes de la revista Nature revisa tu mismo si no me crees– , pero acompañenme a conocer que tan válida es esta frase.
El homo sapiens como pináculo de la evolución
Recientemente se entregó el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2018 y el galardonado de este año ha sido el sueco Svante Pääbo (Estocolmo, 20 de abril de 1955) considerado como uno de los padres de la paleogenética. Un tipo con un currículum impresionante: cursó Historia de la Ciencia, Egiptología, Ruso y Medicina en la Universidad de Uppsala y fue investigador del Departamento de Biología Celular, en el que se doctoró en 1986. Desde 1997 también es director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig y un larguísimo etcétera que tendremos que obviar para no hacer tan largo el artículo.

La gracia de este señor no es nada simple, hablamos de un tipo que entre los años 2007 y 2009 logró secuenciar el genoma completo del neandertal que fue una especie del género Homo, unos chaparritos buena onda –¡vaya es cierto! median en promedio 1.65 mts lo acabo de leer en Wikipedia, pero disculpa, continua– que andaba de fiesta rondando por Europa, Próximo Oriente y Medio y Asia Central hace como unos 230,000 y 28,000 años hasta que nuestros ancestros fueron uno de los factores que provocaron el declive de su población –¡extinguiendo especies desde epocas prehistoricas!, eso y hacer la guerra es lo que mejor les sale–, hace unos 50,000 años, según apuntan estudios publicados en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (PNAS); aunque su desaparición está envuelta en un halo de misterio. (Si desean conocer el proyecto de la secuencia del ADN del Neandertal puede seguir el siguiente link)

Pero las mezclas entre el hombre moderno y otras especies Homo no acaban ahí –eran unos promiscuos de primera, nada distinto a la actualidad, ¡hay muchos humanos ya dejen de reproducirse!–, en efecto, en 2010 este sueco de nuevo se puso a “escarbar” entre el ADN de un fragmento de falange hallado en las cuevas de Denisova, en Siberia; llegando a la conclusión que pertenecía a una niña que vivió hace 40,000 años, lo interesante fue que no era una especie conocida, había descubierto a los denisovanos. De inmediato se hicieron estudios sobre el linaje genético de esta nueva especie y resultó que las poblaciones humanas modernas nativas de Australia, Nueva Guinea y áreas circundantes, estaban emparentadas, pese a que el fósil se había encontrado en Siberia. Es más, investigadores de la Universidad de Adelaide, en Australia, sugieren que los varones de esa especie vieron más atractivas a las homo sapiens y tuvieron sexo con ellas –¡eso es políticamente incorrecto, borralo!, ah espera, ¿es por lo del ADN mitocondrial que se sabe eso?, ah bueno, prosigue–, pero también poblaciones específicas de China y de Japón portan ADN de esta especie, pero ambas hibridaciones se dieron en momentos distintos de la historia, es decir, no pertenecen a un mismo “linaje familiar”.

El título del artículo es solo mero pretexto para dar a conocer el gran aporte que ha dado el sueco Svante Pääbo al entendimiento de nuestro pasado, ya que también es importante entendernos como seres biológico, y aunque he sintetizado en exceso sus investigaciones espero que sirva para que el respetable se dé una vuelta por su página en el Instituto Max Planck que dejo en el siguiente link –sí, sí, yo ya estoy con un ojo en la página, parece interesante– y que la próxima vez que le digan neandertal, pues no se sienta ofendid@, y sirva para la reflexión, no somos únicos y especiales –como el maldito sistema neoliberal les quiere hacer creer–, ni puros, ni de un solo origen, somos la mezcla de muchas culturas, sociedades y hasta especies.

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