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TODOS SOMOS OTAKUS

Por Inés Higuana

La línea del Transporte Colectivo Metro que generalmente uso, me recordó que día era, y es que, también había olvidado que en esa línea existe la estación La Villa-Basílica, por lo que al llegar ahí vi una gran cantidad de personas que se dirigían a dicha estación. Observando a la gente me puse a reflexionar sobre esa masa de seres humanos que se dirigen a un lugar determinado a ver a algo/alguien en particular, que estuvieron esperando todo el año, que no les importa amontonarse, caminar, pasar frío; y entonces pensé: ¿Qué tan diferente somos de ellos, los que no somos religiosos? Nada, hay que recordar que el pueblo mexicano desde antes de ser mexicano, ha sido creyente y ha tenido este mismo comportamiento (gran pasión al celebrar algo en lo que cree y le gusta, pregunten a Tonantzin); en mi experiencia personal nunca he ido a la Basílica en peregrinación, pero si he esperado meses por un concierto, he caminado mucho para llegar y para irme; he aguantado empujones y estar amontonada durante el trayecto de ida y vuelta; he pasado mucho frio y durante el espectáculo me he olvidado del mundo; me han criticado por asistir porque no han entendido lo que para mí significa ver a un artista en vivo; y ¿porque no? He llorado de emoción porque las creaciones artísticas han llegado a lo más profundo de mi alma.

Así que, estos fenómenos sociales solo deberían ser clasificados en dos: los buenos fans y los malos fans, y así como hay nefastos que van a bebiendo, robado o haciendo todo tipo de desmanes mientras en la espalda llevan cargado una imagen religiosa, en los conciertos también hay nefastos escudados en la imagen de “soy malo y escucho rock y por eso me comporto como un imbécil”. Hoy me tocaron de los buenos en el transporte, una señora con su niñas muy sonrientes aguantando los empujones, un grupo que se ve que solo usan el metro una vez al año que se arrinconó y ni respiraban, un par que por como reían y echaban desmadre del chido me hicieron el viaje con sus ocurrencias, también me tocaron excelentes fans con Moonspell, y nefastos, ¡ni se diga!

Y este patrón se puede ver en todos los gustos, así que yo, a partir de hoy dejo de andar de metiche porque soy igual a ellos (incluyendo a la criatura que se ha aguantado con una sonrisa a la multitud), porque muchas veces fui víctima de críticas también, que hagan lo suyo que, yo, voy a hacer lo mío.

¿Que los cuetes cagan? Claro, al igual que el escándalo del diablo que le hacemos a los vecinos que viven cerca de donde se organizan conciertos. Además, ese es tema para otra reflexión.

*El término otaku (おたく/オタク) se define como una persona fanática o con aficiones obsesivas, proviene de la cultura japonesa, y se aplica a cualquier tema, área o campo.

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