Sing Street: Música y motivación
Por Caro Aguilar
Mi primer acercamiento con Sing Street (2016) fue gracias a una recomendación de YouTube con el video de “Drive it Like You Stole It” hace algún tiempo; desde entonces, forma parte de mi lista de reproducción, sin embargo, nunca me había tomado el tiempo para buscar la película y verla.
Entre las casualidades de la vida, un amigo compartió conmigo un video sobre La la land (2016) —Diego, si ves esto, gracias—. En ese video mencionaban tanto a la otra obra de Damien Chazelle “Whiplash: Música y obsesión” (2014), así como a tres películas sobre música del director John Carney, “Once” (2007), “Begin Again” (2014) y finalmente, “Sing Street” (2016).

Curiosa, me aventuré a ver la película que llevaba tiempo en mi lista de espera y me encontré con un filme que no solo trata de música y romance, sino del impulso y motivación para actuar en la vida —entre varias subtramas igual de interesantes—.
Sing Street trata de Conor, un chico de 15 años, hijo de una familia irlandesa en quiebra de 1985; quien decide formar una banda para impresionar a una chica que aspira a ser modelo, y la invitan a formar parte de videos musicales. Así pues, a lo largo de la cinta, se intercalan momentos de la vida privada de Conor y el desarrollo de los proyectos musicales de la agrupación homónima a la película.
La idea de formar una banda sólo para impresionar a una chica resulta algo cómico e inmaduro. La conversación sobre el nombre del grupo es incluso infantil; sin mencionar el torpe rodaje del primer video. No obstante, las iniciativas de Conor, así como las actitudes de los demás integrantes son genuinas al querer llevar a cabo ese proyecto.

Desde el inicio se muestra al protagonista tocando la guitarra, intentando crear algo, pero los problemas familiares le impedían poner atención a dicha tarea. La llegada de Raphina es el impulso que necesitaba Conor para escribir canciones y emprender en la música, el pretexto perfecto. Asimismo, Conor imbuye de ese impulso a el resto de la banda, en especial Eamon, un chico experimentado en la música, pero no explota su talento.
Con gran apoyo de Brendan, hermano mayor del protagonista, Sing Street (nombre de la misma banda) pasa de intentar hacer covers a tocar obras propias, saltando de estilos musicales e intentando crear algo auténtico, pero con grandes influencias.
Otro ejemplo es Barry, el brabucón de la escuela. Al formar parte de una familia miserable e incompetente que lo cataloga como “una mierda inútil”, Barry lo cree. Pero cuando lo invitan a formar parte de la banda como asistente, ante una muestra de apoyo en la que “todos se cuidan la espalda” y una oportunidad mejor, él acepta. Quizá todos hemos tenido esas oportunidades para poder tomar un mejor camino.
Es cierto que en la película la música es lo más importante, pero también creo que establece un mensaje que se transporta a otras esferas de la vida: la importancia de entregarse a la hora de crear algo genuino y sincero, hacer caso de esos impulsos u oportunidades que nos pone la vida para poder emprender a algo mejor.

Impresionar a una chica, seguir a una persona con potencial o que alguien confíe en ti, no importa la manera en la que se formula aquel impulso, sino que te motive a ser más grande y los esfuerzos que haces para hacerlo. Sing Street (2016) es una película interesante, donde se vive la música y la juventud “sólo hacia adelante”.
En La Isla de Minerva le damos 4 plumas mochueliles de 5.
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Pffffff super sí la voy a ver, Begin Again es de mis películas favoritas y tiene un soundtrack de lo máaaaas bonito ❤ Además de que el final me gustó, muchas veces los finales mal construidos me pueden arruinar toda la experiencia. No tenía idea de que el director tenía más películas.
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