Before sunrise: un encuentro fortuito entre dos desconocidos

Por Abril Peña

Hacer películas románticas que sean buenas es realmente difícil. Se ha hablado, escrito y filmado tanto acerca del amor que poder plasmarlo de una manera distinta y fresca es todo un reto para quien se lo proponga. No obstante, mis esperanzas renacieron en el género después de ver Before sunrise (1995).

Before sunrise cuenta la historia de Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy), dos extraños que se conocen en un tren mientras tratan de concentrarse en su lectura y después de intercambiar unas palabras deciden pasar un día juntos en Viena antes de que Jesse regrese a Estados Unidos al día siguiente. Es la primera parte de una trilogía que terminó no hace muchos años, en 2013.

Tumblr y Pinterest están llenos de capturas de pantalla de conversaciones entre estos dos personajes. Sin embargo, llevaba más de una década resistiéndome a verla. A veces las películas con demasiado hype me repelen, pero con el tiempo me he dado cuenta de que la gran mayoría me terminan gustando. Me sucedió de forma similar con la serie de Breaking Bad o Game of Thrones. Oponer resistencia a los gustos populares es una tontería, hay que darse la oportunidad de conocer y en una de esas tal vez uno termine convirtiéndose en un fan empedernido.

Este filme está dirigido por Richard Linklater, uno de sus trabajos más actuales y conocidos es Boyhood mismo que fue nominado al premio de la Academia y que se filmó durante 12 años con los mismos actores. Parece que a Linklater le gusta ver como sus personajes maduran a través del tiempo, no por nada hay otras dos películas que siguen la historia de Jesse y Céline.

Before sunrise es un cúmulo de diálogos francos con pequeñas anécdotas y datos curiosos que reflexionan acerca de “la magia del universo”: la vida, la muerte, la religión, el alma y sobre todo, del amor y las relaciones de pareja. 

La mayoría de las películas románticas prometen un “vivieron felices para siempre”, pero Jesse y Céline solo tienen la finitud que se aproxima con el amanecer. Con cada momento que comparten, se sienten más atraídos el uno al otro y solo un día juntos parece insuficiente. No obstante, saber que tienen poco tiempo es lo que hace a este romance especial, único, tiene fecha de caducidad y entonces uno desea que el día no acabe. A veces las personas inolvidables son con las que experimentamos por primera vez un sentimiento y creamos un recuerdo del cual es difícil desprenderse.

Las actuaciones de Hawke y Delpy dan en el clavo, tienen una química muy bonita, dulce, no se siente un cariño forzado, sino construido delicadamente con cada momento compartido. A pesar del cinismo aparente de Jesse para con el amor, Céline no tiene miedo de expresar sus verdaderos pensamientos. Es una chica muy decidida y a pesar de que le atrae mucho, no trata de convencerlo de sus puntos de vista ni tampoco reniega de ellos. El personaje de Hawke logra equilibrar los deseos del alma con los deseos del cuerpo, que Jesse exprese su interés sexual hacia Céline hace que no peque de cursi, sus miradas intensas y prolongadas hacia ella provocaban que en cada escena me derritiera en el asiento. Nunca había visto a un Ethan Hawke tan cautivador.

Por otro lado, los ambientes únicamente son los detonadores de las acciones de los personajes, pero no dejan de ser hermosos. Viena parece una ciudad encantadora para enamorarse de un extranjero.
Para tu próximo viaje, recuerda llevar contigo un libro y las ganas de conocer a alguien. Quien sabe, podrías terminar flechado de un atractivo desconocido en las calles de Viena… o en los andenes del metro. En realidad no importa el lugar, solo la intención.

En La Isla de Minerva le damos 5 plumas mochueliles de 5.