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El libro Vacío de Josefina Vicens: entre la existencia y la cotidianidad

Por: Sánchez García Alejandra Abigail

Un joven boxeador enfurecido se encuentra impaciente, a las afueras de las instalaciones de Torerias, la revista mexicana que dedicaba sus páginas a hablar de tauromaquia. El pugilista observa y busca con urgencia a un tal Pepe Faroles que escudándose en su oficio de cronista ha osado hablar mal de Carlos Arruza, el joven torero que se convirtió en emblema del siglo XX. En el lugar le recibe una diminuta mujer que a manera de uppercut le asesta una única frase fulminante: tiene a Pepe Faroles enfrente. El joven solo atina a guardar sus puños en los bolsillos e irse.

Como esta anécdota se guardan muchas otras a la memoria de Josefina Vicens, escritora tabasqueña que abrió el panorama literario en México. Cuando los ecos de la revolución aún resonaban en las páginas de los escritores mexicanos de principios del siglo XX, Josefina Vicens logró desanclar el tema de su obra. En su época como cronista escribía sobre la tauromaquia, con el seudónimo de Pepe Faroles, cuando dedicó su pluma a escribir sobre temas políticos se hacía llamar Diógenes García y cuando escribía de temas variados su autodenominación iba desde Juana de Arco hasta Don Quijote de la Mancha. Su personalidad desasosegada salía a relucir con cada paso periodístico y literario que daba.

El punto álgido de su carrera se dio en 1958, después de publicar El Libro Vacío.  El mismo año de su publicación obtuvo el premio Xavier Villaurrutia, que hasta entonces sólo habían ganado Juan Rulfo y Octavio Paz. La novela también le valió un lugar entre los escritores hispanoamericanos del siglo XX, un reconocimiento dado por Enrique Anderson en Historia de la literatura hispanoamericana de 1977.

El Libro Vacío es una novela que trastoca la visión social de la época. Hasta entonces los contemporáneos de Josefina Vicens (Agustin Yañez, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Soriano, entre otros) habían explorado los devenires de la revolución y acercándose de a poco a lo que significaba la nueva realidad. La escritora dio un golpe de seco a esa postergada apertura a la modernidad y se inclinó a mostrar la parte de la sociedad mexicana que yacía en las oficinas, en el seno de las familias de clase media baja y en la cotidianidad de la vida de los individuos. La novela narra la historia de José García un hombre que pasa el día entero en su oficina ejerciendo como contador. Tiene una vida que cabe en la descripción de cualquier ciudadano común de la época: un trabajo seguro, una esposa ama de casa, un par de hijos y sobre todo una rutina irrompible. Son estos los elementos que le acompañan y que extrapola, sin querer, al libro que decide empezar a escribir.  

De esta forma el protagonista se suspende en la desdicha de escribir un libro. Escoge un par de cuadernos en los que se propone verter todas sus ideas. En el primero escribirá todas sus notas, pensamientos aislados y borradores, en el segundo pondrá sólo los textos que publicará. No obstante, el primer cuaderno se convierte en El Libro Vacío, en él comienza a explorar la parte subterránea de sí mismo. Analiza la contraparte de su realidad y explica de manera desoladora la forma en que vive la rutina, la monotonía, su familia y el paso del tiempo. Desde una perspectiva casi existencialista narra la carencia de deseos que hay en su presente. Como la vida continúa su ritmo sin que él pueda tener un logro, un triunfo o un ánimo. 

A través de la escritura afanosa que realiza el protagonista comienza una reflexión interna en la que se hace presente un deseo ferviente de fraternidad, de abandonar esa cotidianidad que se vuelve la vida del humano. Sustenta sus palabras en la descripción de su entorno: su esposa es la típica abnegada mujer que no sale de su rol de madre-esposa; sus compañeros de trabajo, que, como él, pasan su vida entre cubículos y horarios de oficina; sus hijos que crecen sumergidos en la ignorancia del transcurso del tiempo y de su final; de él mismo que agobiado por el porvenir de su familia no se atreve a huir y terminar el libro que es su vida. 

La maravilla de la novela de Josefina Vicens es que puede ser interpretada desde cualquiera de sus matices. Toca tantos temas de la vida cotidiana que el lector tiene para elegir que párrafo le conmueve más que el otro. La autora hace una excelente examinación de la «nada» y lo convierte en un todo general, un todo que abarca cualquier aspecto de la vida de cualquier persona, y ahí radica su belleza.

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literatura

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