Saltar al contenido

Fernanda Melchor: Aquí no es Miami y nunca será Miami

Por Sánchez Garcia Alejandra Abigail

La quietud de la década de 1980 en México se vio interrumpida abruptamente por la erupción del volcán Chichonal en las zonas montañosas de Chiapas, mientras que en el centro del país la toma de protesta de Miguel de la Madrid daba un toque aún más caótico a la crisis económica mexicana que marcó la historia. Aquel año de 1982 era un hervidero de problemas político-sociales que sirvió como cuna y cobijo de una pequeña Fernanda Melchor que más tarde dedicaría su vida a describirlos y retratar las urgencias de la sociedad mexicana y de su tierra natal, Veracruz.

La misma Fernanda Melchor describe el año de su nacimiento como “el principio del fin” y acepta que su interés por los hechos sociales crueles deviene de una infancia cuyo panorama era desalentador y que se hundía entre la violencia intrafamiliar, la violencia machista y la violencia colectiva. La mayor parte de su inspiración brotó de la necesidad de evadirse de esa realidad que los adultos querían ocultarle. Encontró un racimo de verdades incomodas en una serie de revistas que hablaban de la mente y la naturaleza humana que sirvieron de numen para más tarde desarrollar su estilo de escritura.

En sus textos describe y refleja la violencia del trópico negro —como llama a Veracruz— y de México en general, razón por la que ha recibido severas criticas pero que también le han valido diversos premios como el Premio Nacional de Periodismo Dolores Guerrero 2012 por la crónica Veracruz se escribe con Z, el Premio Anna Seghers 2019 y el Premio Internacional de Literatura 2019 por Temporada de huracanes, libro por el cual ganó reconocimiento internacional y se consolidó como una de las mejores escritoras latinoamericanas contemporáneas.

Poco antes de obtener la atención global, Fernanda Melchor recopiló diversas crónicas e historias que recuperó en Veracruz en un lapso de 10 años, desde 2002 hasta el 2011, cuando Fidel Herrera Beltrán gobernaba en Veracruz y Felipe Calderón Hinojosa era presidente de la república. Cada relato en el libro trata un tema distinto que va desde los primeros indicios del narcotráfico liderado por los Zetas hasta una mujer que transmutó de reina de belleza a filicida yonqui. A esta antología de historias ominosas le llamó Aquí no es Miami. El libro lleva por titulo el nombre de la segunda historia que le compone y que habla de la desgracia de un grupo de jóvenes migrantes que al bajar de una embarcación toman una decisión desafortunada.

Los escenarios narrados que maneja la escritora permiten conocer las múltiples caras y facetas de un Veracruz en transición, pero sin evolución. Cuando habla del resquebrajamiento del entramado social debido al narcotráfico no lo hace sólo desde una perspectiva periodística, si no desde la magia de la tradición oral, del “me contaron”, “yo vi”, “dicen por ahí”, etc. Renuncia al estilo académico y se apega a lo coloquial y popular de una tierra donde el lenguaje es parte de su estilo y alegría. Para denunciar un acto de corrupción y compadrazgo no recurre a los datos duros y las fechas exactas, le brinda al lector el nombre de una película para situarlo en tiempo y la descripción de mujeres desesperadas que berrean bajo el sol abrazador, para situarlo en forma.

La gran maravilla de esta lectura es la empatía y hazaña con las que Fernanda Melchor recupera acontecimientos tan lamentables como un linchamiento o un feminicidio y los transforma en historias de personas de carne y hueso, no cuenta el hecho en sí, ni se concentra únicamente en las preguntas básicas para la construcción de las notas periodísticas, si no que va más allá y retrata a una persona, dibuja un rostro, una personalidad y da voz a esas personas que en sus últimos instantes se quedaron sin ella.

En definitiva, Aquí no es Miami deja claro que aquella ciudad-puerto del sureste de Florida no tiene ni por asomo la cantidad de folclor, historicidad y dinamismo que posee Veracruz con sus delincuentes-actores, narcotraficantes “disfrazados” de OVNIs, ni rituales regionales para exorcizar demonios. No se enaltece la violencia, la muerte ni el miedo, se hace una aproximación a la gente que se sobrepone a todo eso y que, sin quererlo, en medio de tanto oprobio, han creado un ambiente que describe bien André Breton: “No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo”.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: