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Cuando la historia y la ciencia se juntan: El caso Romanov

Por Tania Ruiz Segal

El asesinato de la familia Romanov en 1918 es uno de los misterios de la realeza que más ha causado controversia a lo largo de la historia, desde el polémico caso de Anna Anderson, también llamada “la otra Anastasia” hasta la ubicación e identificación de sus cuerpos. En el presente trabajo haré un breve recuento de los hechos históricos sobre el detención y fusilamiento de la familia real, posteriormente me referiré a la historia de Anna Anderson y concluiré con las pruebas científicas que llevaron a resolver el misterio en 2009, pues es importante aclarar que el caso ha estado abierto y cerrado más de una vez en las últimas décadas.

Los hechos históricos

El 20 de abril de 1894, el Zar Nicolás II de Rusia contrajo matrimonio con la Princesa Alexandra de Hesse. Aunque el pueblo de Rusia la veía como una mujer alemana fría e infeliz, existe documentación epistolar que muestra una larga relación amorosa previa entre ambos. El Zar y la Zarina Alexandra procrearon cinco hijos.

Familia Romanov

Las primeras dos hijas, conocidas como “el par mayor”, fueron nombradas Olga y Tatiana. Las siguientes dos “el par menor”, fueron María y Anastasia. Finalmente nació el heredero al trono, el Príncipe Alexei, quien sufría de hemofilia. Las princesas  y  el  heredero  tenían  vidas  idílicas:pasaban    sus    días    entre distintos  palacios, funciones y ceremonias militares o en su yate favorito, tenían ropas finas, modernos médicos norteamericanos y profesores de música y lengua.

Eran tiempos difíciles para el pueblo ruso, fuera de los muros del Palacio Real, las personas vivían en extrema pobreza y se levantaron en contra de la monarquía. El 2 de marzo de 1917, el Zar Nicolás II abdicó del trono en su nombre y en el de su hijo. La familia imperial fue apresada y llevada a uno de sus palacios, llamado la “Casa de Ipatiev” donde fueron recluidos. Ahí permanecieron hasta una tarde de julio de 1918, cuando soldados bolcheviques recibieron la orden de ejecutarlos.

Al anochecer del 16 de julio de 1918, la familia imperial fue llevada, junto con un doctor, una enfermera y dos sirvientes, a una celda, en la que fueron ejecutados. Más tarde, los soldados que participaron en el ajusticiamiento contaron los detalles. Recuerdan que había poca visibilidad en el cuarto debido al humo del fuego de las balas y que estas rebotaban en los cuerpos de las mujeres porque habían  escondido las joyas familiares en sus corsés. Prontamente se emitió un telegrama en Moscú que decía: “la familia de Nicolás II ha recibido el mismo destino que el propio Nicolás II”.

El fraude: Anna Anderson

Anna Anderson y Anastasia Romanov

En febrero de 1920, una mujer intentó suicidarse saltando al Canal de Landwehr en Berlín. La policía berlinesa la llamó «die unbekannte Russian”, es decir, “la rusa desconocida”.  Fue recluida durante 18 meses en el Hospital para Enfermos Mentales de Dalldorf, hasta que ella misma despertó una mañana y afirmó ser Anastasia Romanov, hija del último Zar de Rusia y fue liberada del hospital, pero fue obligada a demostrar ante la corte su pertenencia a la familia real.

Anna tenía el mismo color de ojos, de cabello, la altura y señas particulares en su como Anastasia, incluyendo un pie deforme y el mismo tono de voz. El caso duró más de dos décadas en la corte alemana; se examinó cuidadosamente la evidencia para determinar si era posible que Anna Anderson fuera Anastasia Romanov. Por ejemplo, se examinó la escritura y la forma de las orejas:

Escritura de Anastasia (arriba) y de Anna (abajo)
Oreja de Anastasia (izq.) y de Anna (der.)

A partir de estos resultados, la corte concluyó que Anna Anderson no podía probar que realmente fuera Anastasia; los parientes de los Romanov la acusaron por intentar cometer un fraude. Según un investigador privado contratado por la familia real, ella era una humilde obrera polaco-alemana, llamada Franziska Schankowska, desaparecida en Berlín. Lejos de tener sangre real, había nacido en un pequeño pueblo de Prusia en el hogar de unos modestos granjeros.

Anna Anderson migró a Estados Unidos, en donde se casó con John Manahan y vivió el resto de su vida en Charlottesville, Virginia. Nunca heredó ninguna riqueza, ni siquiera el respeto de la familia real, no obstante tampoco se retractó de su dicho. Mucha gente, incluso escritores famosos y algunos miembros de la familia real,

como su abuela paterna, creyeron, con algunas reservas, que Anna Anderson era en realidad Anastasia Romanov, incluso después de su muerte en 1984.

Sobre esta historia se han escrito muchos libros y se han hecho películas, incluyendo una en la que Ingrid Bergman fue nominada al Oscar en 1956 por su papel como “Anastasia” y la película de dibujos animados de 1997 de Fox. Ambas películas tienen fantásticos finales Hollywoodescos muy alejados de la realidad.

Las pruebas científicas

Tras la caída de la Unión Soviética a finales del siglo pasado, los secretos soviéticos comenzaron a emerger. En 1991, científicos pudieron acceder al cementerio donde se suponía que habían sido sepultados los Romanov, ubicado en Yekaterinburgo, Siberia. Las preguntas sobre si en ese sitio se encontraban los restos de la familia Romanov y si sería posible identificarlos comenzaron a surgir.

Esquema de la posición que guardaban los restos en la tumba

Los primeros análisis realizados a los restos encontrados en esta tumba, fueron pruebas anatómicas que sirvieron para saber el sexo y edad de quienes ahí yacían. En total se encontraron los cadáveres de nueve adultos; cinco mujeres y cuatro hombres mayores de 18 años. Sin embargo estos datos no determinaron por sí solos si se trataba de la tumba de los Romanov, pero en caso de que lo fueran, mostraban que al menos ni la princesa Anastasia ni el heredero Alexei, estuvieron enterrados ahí, pues tenían 17 y 14 años respectivamente, en el año del fusilamiento.

Exhumación de los restos

Tiempo después fue posible confirmar que cinco de estos cadáveres eran de la familia Romanov, ajusticiada aquel julio de 1918. Para comprobar esta hipótesis se realizó un análisis comparativo de las secuencias del DNA mitocondrial recuperado de los cadáveres y de familiares por línea materna de la familia real:

Por un lado, se obtuvo el DNA mitocondrial de un familiar de la Zarina, el príncipe Felipe de Inglaterra, Duque de Edimburgo, nacido en 1921, con el que se confirmó que compartía lazos sanguíneos con cuatro de las cinco mujeres que estaban en la tumba. De esto se puede sugerir que el otro esqueleto pertenecía al de la enfermera de la familia real.

Por otro lado, se incluyó la muestra donada por el Duque de Fife, bisnieto del hermano del Zar Nicolás II, quien pertenece a su misma línea mitocondrial. A partir de esta muestra se concluyó que uno de los hombres en la tumba correspondía, en efecto, al Zar Nicolás II. Basándose en el registro histórico, es probable que los otros tres esqueletos fueran del doctor y dos sirvientes de la familia real.

Posteriormente con el cometido de saber si Anna Anderson era o no, Anastasia Romanov, se obtuvo un tejido de un fragmento de su colon, almacenado en un hospital de Virginia desde 1979. Al comparar su DNA mitocondrial con el del Príncipe Felipe se demostró que no tenía ninguna relación con la realeza. Sin embargo, al compararlo con un familiar de Franziska Schanzkowska, Carl Maucher, se comprobó lo dicho por el investigador privado contratado por familiares de la familia Romanov.

Anastasia y Alexei

Desde un inicio, los testimonios escritos por soldados bolcheviques que estuvieron presentes en la ejecución de los Romanov, afirmaban que el joven Príncipe Alexei y su hermana, la Princesa Anastasia, fueron parcialmente cremados inmediatamente después de ser fusilados y sus restos dispersados. No obstante, la falta de los cuerpos de Alexei y Anastasia continuaba reproduciendo teorías sobre su posible supervivencia al ataque.

En julio de 2007 se contó con la tecnología para analizar los restos de huesos quemados y cenizas revueltos en la tumba de los Zares. Los exámenes antropológicos mostraron que los fragmentos de huesos medio quemados que estaban en la excavación pertenecieron a un niño de entre 10 y 14 años y a una joven mujer de entre 17 y 23 años al morir. Los exámenes moleculares demostraron que se trataba de los restos del príncipe Alexei y de su hermana Anastasia.

Conclusión

La evidencia científica presentada anteriormente afirmó, sin lugar a dudas, el hallazgo de los restos de las once personas fusiladas aquel 16 de julio de 1918, es decir del Zar Nicolás II y la Zarina Alexandra; de sus hijas Olga, Tatiana, María y Anastasia; de su hijo Alexei; y probablemente (puesto que conseguir familiares de sangre materna de estos sujetos es prácticamente imposible) de dos sirvientes, un doctor y una enfermera de la familia.

A manera de cierre, considero que este caso debería hacernos reflexionar sobre la importancia de formar grupos multidisciplinarios en la búsqueda de desaparecidos y en la identificación de cadáveres. Hoy en día podríamos decir que México es el país de los desaparecidos: De acuerdo a cifras oficiales, entre 2006 y 2020 se registraron un total de 65,352 personas desaparecidas. Aunado a esto, en el mismo periodo se reportaron 52,004 personas fallecidas sin identificar, se encontraron 4092 fosas y se exhumaron 6900 cuerpos. Sobra decir que el contexto actual implica una crisis de desaparecidos y una crisis forense. Sin embargo, el Estado Mexicano ha negado sistemáticamente la existencia de esta crisis de derechos humanos y aunque el nuevo gobierno ya reconoció la responsabilidad del Estado en este aspecto, no han cambiado las estrategias empleadas para garantizar la seguridad.

Entre las omisiones del Estado mexicano podemos observar que no existe un correcto asesoramiento por parte de expertos hacia las autoridades; por ejemplo cuando en 2018, tras la explosión causada por el huachicoleo en Tlahuelilpan, Hidalgo, las autoridades encargadas en primera instancia obtuvieron muestras de DNA de las parejas de los desaparecidos; este mal-actuar de las autoridades retrasó el proceso de identificación de los fallecidos.

Aunque en sí el caso Romanov es muy antiguo, debe ayudarnos a entender que fueron los biólogos y no los historiadores, quienes resolvieron el más controvertido de los misterios vinculados al asesinato del Zar Nicolás II de Rusia y el de toda su familia, ocurrido en 1918 a manos de los bolcheviques: la supuesta supervivencia de su hija menor, la gran duquesa Anastasia.

Sobre las fuentes consultadas:

  1. Este trabajo es fruto, principalmente, de haber asistido en más de una ocasión a la plática de la Dra. Claudia Segal Kischinevzky “Genética aplicada: El Caso Romanov”, adaptada de Dolan DNA Learning Center, Cold Spring Harbor Laboratory. El video de esta conferencia está disponible en: https://youtu.be/t-k3ji7OZDo.
  2. A pesar de haber consultado otras fuentes de información sobre el caso Romanov como los videos El Asesinato De Los Romanov, La Familia Real Rusa, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=VG31YqYnc74 y La gran                      Duquesa               Anastasia,                      disponible              en: https://www.youtube.com/watch?v=omRpU39H9JM, considero que la aproximación histórica debe apelar sí o sí a la evidencia científica, no sólo contar verdades a medias. En estos videos encontré ciertas inconsistencias e incluso historias dignas de otra película estilo Hollywoodense. Al reproducir estos discursos y decir falsedades no están apelando al sentido de la memoria con la que deben ser tratados estos casos.
  3. En este sentido, la fuente de información principal sobre las evidencias expuestas en este trabajo surgen del artículo “Genomic identification in the historical case of the Nicholas II royal family” publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America en 2009. El texto en inglés está disponible en: https://doi.org/10.1073/pnas.0811190106.

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historia

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